La crianza de nuestra chica con síndrome de down sin ser especialmente difícil se va complicando. No más que la de sus hermanas que tienen esa edad horrorosa de la adolescencia y parece que esta no distingue entre 45 y 46 cromosomas. La protagonista de este diario se va haciendo mayor y no solo en el aspecto físico con un "estirón" considerable a nivel estatura o comenzando a desarrollar ese delgadísimo cuerpecito. Y ese avance también se refleja en su carácter. Es simpática y muy agradable, signo inequívoco de su forma de ser, pero ya no es la niña dócil que se conformaba y a casi todo decía que si. Ahora se rebela, expresa sus deseos y lucha contra las decisiones que no la parecen justas o satisfactorias. Nada fuera de lo normal en una preadolescente. Pero es que nosotros padres ignorantes, pensábamos que con Teresa no iba a ocurrir. Que todo iba a ser una balsa de aceite. Que no iba a querer un móvil (que lo tiene, aunque sin linea, pero que lleva pegado ...