VOLUNTARIADO CIRCULAR: DAR, RECIBIR Y ACOMPAÑAR


Hay algo que no se dice lo suficiente: muchas de las cosas bonitas que suceden en las asociaciones de personas con discapacidad no serían posibles sin el voluntariado. Pero ojo, no hablo de ese voluntariado de caridad o de “qué pena me da, voy a ayudar”. Hablo del voluntariado de verdad. El que nace del respeto, del encuentro, del acompañamiento mutuo.

Porque cuando una persona decide dedicar su tiempo a estar con personas con síndrome de Down, lo hace desde un lugar de admiración, de interés genuino, de conexión real. O al menos así debería ser. No desde arriba, no desde la lástima. Desde el tú a tú. Desde el "te veo y quiero caminar un rato contigo".

Yo misma he sido voluntaria en algunas ocasiones, menos de las que debiera. Y lo he hecho por dos motivos muy simples, pero muy de verdad.

Primero, porque creo que en esta vida no solo estamos para recibir, sino también para dar. Y dar tiempo, compañía, alegría o atención es una forma muy poderosa de decirle al mundo: me importas.

Y segundo, porque si quiero que mi hija Teresa pueda salir, hacer actividades de ocio, ir a un campamento o disfrutar de un taller con sus amigas, hacen falta personas voluntarias que lo hagan posible. Así que si quiero que ella lo disfrute, también quiero que lo disfruten los hijos y las hijas de otras madres y padres voluntari@s. Es como un voluntariado circular. Una ayuda que gira, que vuelve, que fluye entre todas. Hoy por ti, mañana por mí. Hoy cuido yo, mañana cuidan de mi hija. Y así es como creamos redes de verdad.

Y el verano... el verano es largo, como todos los veranos.

A Teresa le gusta el calor, las tardes en la piscina y los granizados. Pero hay algo que siempre echa de menos: su rutina. Sus amigos del cole, sus actividades semanales, sus talleres, sus clases de cerámica en el cole, su grupo del autobus.

 Todo eso que le da estructura, que le llena, que le hace sentirse parte de algo.

Porque para muchas personas con síndrome de Down —y para muchas sin él también— el verano es una época de desconcierto. Demasiado tiempo libre, demasiados cambios, demasiado caos en ocasiones.

Así que aquí estamos, haciendo malabares para que los días tengan sentido, para que no todo se convierta en esperar a septiembre. Y en el fondo, también yo empiezo a echar de menos su rutina. Porque cuando ella está bien, todo encaja un poco mejor.

¿Tú también haces voluntariado? ¿O lo has pensado alguna vez? ¿Sabes que una hora tuya puede cambiarle el día a alguien? Si alguna vez te lo has planteado, hazlo. Pero hazlo desde ahí: desde las ganas sinceras de estar, de compartir y de aprender. Porque siempre se aprende. Siempre.

Y si alguna vez te preguntas qué puedes hacer para que el mundo sea un poquito más justo… ya tienes una respuesta.



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