Tener un hijo con discapacidad te llena de amor, de estímulos, de retos, de valentía, de sinsabores que van desapareciendo o por lo menos aceptando, en una palabra te cambia la vida, pero igualmente te vacía los bolsillos. No solo hay un coste emocional en la diversidad funcional, también existe a nivel económico.
Si comenzamos a hacer cuentas de todos y cada uno de los pequeños gastos que su cromosoma de más ha generado desde su nacimiento, y aun habiéndose realizado completamente convencidos, la cantidad es importante. Logopedia, rehabilitación respiratoria, ingresos hospitalarios frecuentes, estimulación temprana, natación, gimnasia, extraescolares, médicos, colegios, pañales, medicamentos, traslados a todo lo anteriormente nombrado y suma y sigue, el desembolso es grande.
Esta semana hemos dado un salto cuantitativo a la hora de gastar. El saldo sale casi por 4000€ y no es a ingresar.
En consulta oftalmológica, unas gafas y después de realizar los potenciales evocados, el diagnóstico obliga a la colocación de unas prótesis auditivas, con un coste desorbitado.
Y son gastos que hay que realizar, aunque no podemos imaginar como ni siquiera cuando, para así mejorar aún más si cabe su calidad de vida, rozando la excelencia. Para los audífonos existen ayudas de la Seguridad Social, a posteriori y siempre sin olvidar que Teresa no es hija única, sino la sexta de siete que también tienen sus necesidades y hay que atender por igual.
Por tanto, añadir a todos los discursos de valentía, lucha, trabajo, satisfacciones, comprensión y apoyo, algo real y tangible que no se cuenta y que es el dinero que cuesta un hijo con discapacidad intelectual y no quiero imaginar ya física.Y es mucho. Y las ayudas escasas o inexistentes. Teresa concretamente los 1000€ anuales que concede la Seguridad Social a los menores con alguna minusvalía reconocida.
No es un lamento por nuestra chica con síndrome de down, por Dios, por ella gastamos esto y mas, sino hacia la situación en la que muchas veces nos encontraremos. No podemos ignorar que la discapacidad tiene un coste económico muy elevado para una familia normal. Y que muchas veces aunque se quiera integrar e incluir, sencillamente no se puede.
Mi hija de 7 años lleva desde los dos gafas por miopía magna y astigmatismo. Ahora tiene 9 y 12.50 dioptrías, las gafas son de culo de botella porque no podemos pagar cristales reducidos. Además necesita llevar parche y eso tampoco lo cubren, ni la ortodoncia. No sólo los Down tienen necesidades especiales, a mí esos 1000 euros que dices me solucionarían la vida.
ResponderEliminarel problema es que un menor con discapacidad, no solamente requiere gafas.. sino muchas mas cosas como logopedia, fisioterapia, apoyo conductual... y si incluyes algun tema motor, como andadores, sillas.... en el día a día no te llega con los 1000 euros anuales ni para una clase mensual de logopedía.
ResponderEliminarmamá y hermana de personas con discapacidad intelectual, tambien con gafas
Mi hija sin gafas también tiene una discapacidad porque no ve, o para todos o para ninguno.
ResponderEliminarpues no se a que esperas si tiene una discapacidad visual, dirígete al centro de valoración de tu zona, y sean los especialistas quienes digan si tiene mas de un 33%, a partir de ahí solicita a lo que tienes derecho por tener a tu cargo a una persona discapacitada.
ResponderEliminarmi marido también lleva gafas desde los dos años, con estrabismo, agtismatismo y miopia, pero no es discapacitado.