Comienza un nuevo curso y también nuestra vida inicia un nuevo rumbo. El trabajo nos traslada casi con toda seguridad a otro lugar. Todo ha sido demasiado rápido para poder disfrutarlo pero no podíamos permanecer mas tiempo en esta situación de estancamiento y como somos una familia con suerte, lo vivimos sin miedo y con ilusión.
Este nuevo giro va a adelantar lo que sabíamos que era inevitable. Lo que teníamos claro que tarde o temprano llegaría a la vida de nuestra chica con sindrome de down; la educación en un centro que conozca las necesidades de la pequeña. No veo esto como una rendición, mas bien aceptar que cada persona precisa unos apoyos específicos, con profesionales que sepan lo que tratan y sepan de sus prioridades y diferencias.
No quiero luchar mas contra todos. No quiero parecer mas una madre histérica, exigente y conflictiva peleando, porque no lo soy. Siempre sin bajar la guardia. Se que son derechos lo que reclamo, pero es agotador pedir y pedir, esperar y esperar. Eso no es integración, es mendicidad educativa.
No quiero luchar mas contra todos. No quiero parecer mas una madre histérica, exigente y conflictiva peleando, porque no lo soy. Siempre sin bajar la guardia. Se que son derechos lo que reclamo, pero es agotador pedir y pedir, esperar y esperar. Eso no es integración, es mendicidad educativa.
Me he dado cuenta que la inclusión en centros ordinarios es una teoría maravillosa, pero teoría. Nuestros hijos necesitan apoyos reales, aprendizajes reales en situaciones reales para hacer que su vida presente y futura sea mas fácil y accesible. No todo es aprender a sumar dos mas dos. En los colegios de "integración" la educación se basa en lo curricular pero no en llevar estos conocimientos a su vida cotidiana.
Hemos elegido un colegio concertado de educación especial para personas con discapacidad intelectual, en el que mas del 80% son alumnos con síndrome de down, que no solo nos ha gustado, nos ha conquistado completamente. Vimos unas instalaciones con alumnos que hablaban, reían, peleaban, jugaban. Exactamente igual que cualquier otro cole.
Fue entrar por la puerta y hablar con gente que sabe como te sientes, cuales son tus necesidades, tu lucha diaria en la escuela ordinaria, comprenden tu desazón, preocupación, tus lágrimas por el paso dado. Todo son facilidades, tanta que hasta te sorprende. Aquí no hay que pedir nada porque ... ya lo tienes todo. Incluso en el tema del control de esfinteres, que hasta nos daba apuro comentar por si suponía algún contratiempo en su inscripción fue tratado con absoluta normalidad. Es algo habitual este retraso, que se termina siempre solucionando. Hay mas niños en su misma situación. Música celestial.
Fue entrar por la puerta y hablar con gente que sabe como te sientes, cuales son tus necesidades, tu lucha diaria en la escuela ordinaria, comprenden tu desazón, preocupación, tus lágrimas por el paso dado. Todo son facilidades, tanta que hasta te sorprende. Aquí no hay que pedir nada porque ... ya lo tienes todo. Incluso en el tema del control de esfinteres, que hasta nos daba apuro comentar por si suponía algún contratiempo en su inscripción fue tratado con absoluta normalidad. Es algo habitual este retraso, que se termina siempre solucionando. Hay mas niños en su misma situación. Música celestial.
Haremos un esfuerzo económico, aunque luego esta recompensado con becas, pero ni siquiera nos hemos planteado los colegios de educación especial públicos, aunque los hemos visitado, porque tal como están planteados estos, mas que centros educativos parecen un lugar de asistencia a pluri-discapacitados, que mezclan sin orden ni concierto y que son un autentico "batiburrillo" de dificultades que nada se aportan los unos a los otros. Es algo que tiene que ser solucionado. No vale meter a todas las personas con discapacidad en el mismo saco. Cada dificultad tiene que ser tratada de forma diferente. Y no es por la actitud de los profesores que seguro que son grandes profesionales, sino por la propia organización de los centros.
Y no es algo que me invente, hace unos días, cuando no hacia mas que buscar una solución, me lo transmitieron dos madres que me encontré en Getafe. El hijo de una, que salio de 6º sabiendo leer y escribir ahora ha perdido toda ilusión y capacidad de aprendizaje. Como me dijo ella misma: "los tratan como subnormales, mezclando síndrome de down con autistas, paralíticos cerebrales, nada que ver los unos con los otros". Me baso en estas dos amigas y en comentarios desde hace tiempo.
Confiamos en elegir el camino correcto.
Confiamos en elegir el camino correcto.
Me alegro de que estéis contentos con la decisión tomada y espero que a Teresa le vaya genial!!
ResponderEliminarEn cuanto a lo otro... creo que es generalizar demasiado. Alguien muy cercano a mí es maestro en una escuela de educación especial pública y no es como cuentas. Ni los tratan "como subnormales". Por supuesto, no solo varía de escuela a escuela (sea pública, privada o concertada) sino que cada situación puede ser mejor o peor en función del profesional que lo lleve.